Abriendo el silencio por el frío estaba la ventana, sin quejas, sin rumores, sólo cumpliendo su rol estático. Es la ventana que tiene las palabras en el borde y las luces en los ojos. Cumpliendo estaba la ventana. Mirándome y esperándome. Yo soy el silencio vestida de vidrio. Yo soy la última ventana que juega a caerse. Yo soy mi propia ventana que come su sangre.
Quien se instala a parir a las ventanas, sabe lo que es el equilibrio y no sabe de miedo, pues es la ventana quien lleva la vista, la que ve por dentro, la que tiene la carne transparente, compromete su suicidio y peor: carga todo el mar sobre un poquito de madera.
domingo, 23 de septiembre de 2007
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